ITZIAR NAVARRO
En los discursos sobre regeneración urbana, hay una idea que suele presentarse como incuestionable: “liberar espacio público verde”. Como si despejar suelo —derribar, ensanchar, vaciar— fuese en sí mismo un acto regenerador.
Pero las preguntas incómodas que debemos hacernos son:
¿Para qué queremos liberar ese espacio? ¿Qué función tendrá? ¿Qué forma? ¿Qué vida acogerá?
Porque si lo que liberamos acaba convertido en un solar, un aparcamiento, un descampado duro o inhóspito, lo que hemos hecho no es regenerar. Es amputar.
Crecer hacia dentro: densificar, reconectar, reactivar
Regenerar no significa expandirse hacia fuera, ni vaciar hacia dentro.
Regenerar es volver a dar vida a lo que está muerto. Y para eso, muchas veces, lo que se necesita no es más vacío “verde”, sino más estructura.
No más espacio, sino mejor tejido.
La ciudad se construye en red, y su red está hecha de calles, edificios, accesos, actividades, relaciones. Romper esa red en nombre del “espacio público” puede ser tan destructivo como levantar una autopista en mitad de un barrio.
La solución no está en abrir sin pensar, sino en coser con inteligencia.
Liberar espacio “verde” no siempre es regenerar
La modernidad urbana, encabezada por Le Corbusier y su idea de la “a”, nos vendió un ideal: liberar el suelo, alejar los edificios, separar funciones. Pero el resultado fue muchas veces un entorno fragmentado, sin bordes definidos, con espacios públicos deshabitados y sin función real.
La calle dejó de ser calle, y el parque dejó de ser parque. Se convirtieron en residuo espacial.
Hoy corremos el riesgo de repetir esos errores en nombre de la sostenibilidad o la calidad del espacio público.
Pero un espacio sin uso, sin acceso, sin estructura… no es público. Es tierra de nadie.
Lo que la regeneración urbana necesita de verdad
En lugar de abrir por abrir, la regeneración debería preguntarse:
- ¿Cómo densificamos con calidad?
- ¿Cómo hacemos que cada calle cuente?
- ¿Cómo reintroducimos actividad económica en la planta baja?
- ¿Cómo reducimos vacíos urbanos para generar continuidad y cohesión?
- ¿Cómo reconectamos lo fragmentado con una red de calles jerárquica, legible y caminable?
No se trata de añadir más parques mal conectados ni más plazas sin borde. Se trata de tejer ciudad.
Densidad no es hacinamiento
Densificar bien significa:
- Introducir más usos en menos espacio: comercios, servicios, cultura, vivienda diversa.
- Aumentar el flujo peatonal, la accesibilidad y la mezcla: más relaciones por metro cuadrado.
- Activar la economía local sin depender del coche.
- Construir sobre lo construido, rehabilitar y llenar los huecos residuales urbanos que ya existen.
Y sobre todo: diseñar desde la red urbana. Desde la calle, desde la fachada activa.
Regenerar no es vaciar: es multiplicar la vida urbana
Una buena regeneración no deja calles vacías ni solares sin uso.
Deja calles constituyentes, espacios que funcionan, nodos y ejes con identidad.
La clave está en crecer hacia dentro, recuperar lo infrautilizado, y densificar allí donde el tejido lo necesita.
No se trata de plantar árboles y bancos y esperar a que algo pase. Se trata de entender cómo fluye el movimiento, cómo se crean las relaciones sociales, cómo se activa la economía urbana.
Regenerar desde el espacio urbano
Antes de derribar, liberar o despejar, miremos la red.
¿Qué tan conectada está esta calle? ¿Qué función tiene en el conjunto urbano? ¿Qué usos puede acoger?
Y sobre todo, no olvidemos que la ciudad no se regenera creando vacío “verdes”, sino construyendo relaciones. Relaciones espaciales, sociales y económicas. Relaciones que solo se dan cuando hay estructura, continuidad, mezcla y escala humana.
La verdadera regeneración urbana no es la que libera más suelo, sino la que activa más ciudad.
¿Qué opinas? Ayúdame a que estas ideas tengan más matices y profundidad. ¡Espero tus comentarios aquí abajo!